"¿De verdad crees que la Luna no está si no la miro?"
Albert Einstein
A pesar de que la habitación estaba a oscuras sus ojos entreabiertos fueron capaces de vislumbrar el contorno que reposaba en la obscuridad gracias a las motas de luz que entraban a través de las rendijas de la persiana.
—No oses moverte, niña— musitó una voz grave.
Su diminuto cuerpo yacía tumbado ante el asombro, y una fuerza hasta entonces desconocida se batallaba con su mente impidiéndola reaccionar; fue como si permaneciera anclado, atado dócilmente a su cama bajo la influencia de aquellas palabras. Palabras breves, colmadas de una amenaza todavía latente pero acechante.
—¿Qué es lo que buscas?—dijo la joven, tratando de enderezarse—. De seguro nada de lo que ansías puedo ofrecerte.
—¿Acaso muestro indicios de andar en busca de algo?— y añadió con un tono cargado de sorna—: De hacerlo, ya lo habría encontrado.
La voz de aquel ser abstracto e indescifrable no escondía precisamente un ferviente afecto por ella, y sus anhelantes ojos brillaban crepitando en la oscuridad frente a su cama. Se sentía tan desorientada que por un momento creyó estar muerta, siendo transportada en la barca de Caronte en el inframundo. Su instinto la advertía del peligro.
—No resultas lo suficientemente intimdante. Jamás me aterrará la presencia de un ente irreal— mintió ella mientras rezaba en voz muy baja.
—¿A quién pretendes engañar, pequeña insensata? En la atmósfera del cuarto puedo palpar el torrente de espanto apoderándose de tu ser—.
La aparición se acercó a ella lentamente, y solo entonces pudo notar su gélido aliento acariciándole las pestañas. Era así, tal y como lo recordaba, tal y como lo había enfrentado una y otra vez en sus sueños. Justo el aura asfixiante de aquel espíritu que durante tanto tiempo se había ocultado en el sopor de sus noches como un espejismo, como un mal augurio, una manifestación de sus miedos más profundos...
Sus sentidos hacían tangible la presencia de aquello que causaba su espanto, mas sus intentos por descifrar la forma en la que relataría tal desdicha -si acaso tenía la oportunidad de hacerlo- hicieron brotar la mas solemne de las reflexiones.
—No hay pánico, pues no se puede temer a aquello que no existe. Lo mucho que te aproximes no alcanzará a aterrarme— siseó al tiempo que se le helaba la sangre en las venas.
—No luches en vano, querida. Estás alargando la caída del telón y a mí no me enseñaron a jugar con mis víctimas— pareció escupir sus palabras, colmadas de resentimiento.
Se incorporó lentamente desenvolviéndose entre las sábanas como un caramelo derretido. Presa y cazador, cara a cara sumidos en la más siniestra intimidad. Ante el peligro, la joven cerró los ojos con fuerza y sintió que volvía a nacer.
En vista de que aquella aparición lograba sobrepasar los límites de la imaginación de cualquiera que se propusiera imaginarlo, la joven tomó consciencia de que quizás la naturaleza de la realidad en la que existimos esté siendo generada por nuestra percepción de la misma. Ahí sentada llegó a la liberadora conclusión de que la realidad en la que vivía aquella madrugada estaba siendo creada por el simple hecho de estar mirándola y que, por tanto, existía en la medida en la que la enfrentaba estoicamente con la mirada.
—Eres tan insignificante que apenas existes si no te miro— se atrevió a espetar la muchacha valientemente.
Al no obtener respuesta, puso de manifiesto lo que para ella era completamente inefable, algo absurdo que desafiaba las leyes de la lógica: ¿los sucesos son y no son? ¿están y no están? O lo que es lo mismo, ¿no existen y lo son todo a la vez?
La angustia se mitigaba cuando permanecía sigilosa con los ojos cerrados, y esto ponía en entredicho la veracidad del ser demoníaco que se proponía perturbar su sueño aquella madrugada pues, si su mirada no se posaba sobre él, quedaba en un estado de indefinición constante y nadie excepto sus sentidos podían corroborar su existencia.
Sus ojos permanecían cerrados mientras intentaba recostarse de nuevo con cuidado, quedando sumida en un plácido sueño del que quién sabe si algún día llegó a despertar con vida pues,
¿De verdad creéis que las cosas no están si no las miramos de frente?.